domingo, 27 de diciembre de 2015

Discurso del mitin del 11 de diciembre de 2015

Hoy, en este acto, soy el único orador que representa la Administración Local: tenemos un diputado nacional como Simancas; una candidata a diputada nacional como es Zaida Cantera; y un diputado autonómico como Enrique Rico. Por tanto, me toca hablar de lo que lleva nuestro programa sobre municipalismo. Que nos afecta muy especialmente a las personas que vivimos en pueblos como éste en el que estamos.

La derogación de la Reforma de la Administración Local, en donde nos convierten en una Administración tutelada en contra del principio constitucional que defiende la autonomía local.

La clarificación de competencias, que debe ser una clarificación verdadera y efectiva, y no como hasta ahora que dicen que han solucionado este problema, pero hoy los ayuntamientos no sabemos si finalmente tenemos que presupuestar gastos en Servicios Sociales y Educación, competencias que con la reforma han pasado en exclusiva a las comunidades autónomas, pero que nuestra Comunidad dice que no quiere saber nada de eso que ha decretado un gobierno de su propio partido.

Y por supuesto una financiación suficiente que garantice que se puedan ejercer las competencias con dignidad. Una financiación clara y objetiva, que deberán administrar las corporaciones locales democráticamente elegidas, a las que deberán pedir cuentas los ciudadanos, sobre si han gestionado bien o mal. Porque en muchas ocasiones lo que hacemos los políticos de la Administración Local es poner la cara para que nos la partan en nombre de otros, que se encuentran en la administración autonómica. Por ejemplo, cuando nos obligan a poner unas tasas muy elevadas en las escuelas infantiles. ¿Ante quién os creéis que se quejan los padres? No hace falta que os responda.

Una financiación que no puede basarse, en gran medida, en un sistema de subvenciones, auténtico patio de Monipodio, donde el obscurantismo es la norma, donde la trampa el método de trabajo y la discrecionalidad en el reparto: ley. Que esto es así todos los sabemos, lo que nunca imaginé es que lo iban a reconocer públicamente, como así se hizo en este mismo escenario cuando en un mitin de las elecciones municipales un cargo de la Comunidad aconsejaba a los asistentes a que cambiasen el color del gobierno municipal, porque así llegarían las subvenciones, como ya pasaba en otros pueblos vecinos. Así se explica que en estos pueblos gobernados por el PP está ejecutado casi todo el PRISMA y en Torrelaguna sólo el 43%. Y encima ahora andan con dudas de qué van a hacer con lo pendiente. Ellos no sé nosotros exigir que nos paguen hasta el último euro. Porque sobre el castigo de no haber ejecutado en tiempo y forma el PPISMA, mientras otros pueblos disfrutan ya de las infraestructuras, ahora nos dan doble taza con la pretensión de querernos robar lo que es nuestro. Sé que desde la Asamblea no lo vais a permitir.

Para evitar cuestiones como éstas, no pedimos mayor justicia y equilibrio en el sistema de subvenciones, lo que pedimos es que se reduzca la financiación por vía de las subvenciones y se aumente la financiación directa. Nuestra aportación al programa fue la siguiente enmienda. Revisar el sistema de financiación municipal por vía de las subvenciones, buscando su limitación a cambio de aumentar la financiación directa. Las subvenciones impiden la planificación de proyectos plurianuales de los pequeños municipios. Además, dependen de la discrecionalidad, cuando no de las irregularidades, de los gobiernos autonómicos. En muchas ocasiones los esfuerzos realizados para montar un expediente de solicitud de subvención es excesivo en los pequeños municipios, para los resultados que se obtienen. Los municipios no deben entrar en concurrencia competitiva entre ellos, no son en ningún caso opositores.

Pero de todo esto ya me habéis oído hablar muchas veces y hoy me gustaría hablar de otras cuestiones más genéricas que lleva nuestro programa: como es el Estado de Bienestar, los derechos sociales y laborales, que han sufrido un deterioro importante desde que se inició la crisis.

Tenemos que luchar contra la ideología liberal, que desde los partidos de la derecha y desde casi todos los medios de comunicación están queriendo imponer como verdad absoluta. No como una opción de organizar la vida de los ciudadanos, lo cual entra dentro de la lógica, sino como verdad única, es eso que ahora se llama el pensamiento único. Y su frase favorita: no hay alternativa.

Son esas ideas liberales las que nos dicen que lo importante es el individuo frente a la sociedad. Que cada uno se las apañe como pueda, y que sólo el esfuerzo personal garantizará el progreso de los individuos. Yo voy a ser más magnánimo que ellos. No pienso que esto sea una mentira absoluta, creo que hay algo de aprovechable en esta teoría como es la parte del esfuerzo. Creo que debemos potenciar el esfuerzo personal, que es imprescindible para el progreso, ya que sólo una correcta productividad es la que garantizará el Estado de Bienestar. Pero sabiendo que el esfuerzo no garantiza en ningún caso el éxito personal en la vida. Y como somos muchos los que lo sabemos o lo padecemos; y por ello es imprescindible la sociedad, con todo el componente solidario que esta encierra.

Los avances sociales se pueden conseguir por dos vías, que no se contraponen, es más, se complementan. Uno es por actos que podríamos llamar heroicos como pudo suponer la denuncia de Zaida, en la que gracias a esa denuncia hoy nadie puede alegar desconocimiento del problema agresiones machistas en el Ejército. Son actos que exigen valor. Si siempre hace falta valor para denunciar agresiones machistas, en el Ejército se multiplica la necesidad de ese valor. Su acto, necesariamente, ayudará a solucionar este problema, facilitando la vida de las futuras soldados, aunque ahora no lo podamos apreciar.

Pero han sido muchos los hombres y mujeres que han destacado en la lucha por los derechos sociales y de los trabajadores. Como fueron los héroes de Chicago, en honor de los cuales hoy celebramos el primero de mayo. Cuya reivindicación de una jornada de ocho horas les costó la vida a algunos de ellos.

El otro camino que tenemos para progresar las clases trabajadoras es la solidaridad. Un principio que quieren que se pierda. Para ellos una sociedad fuerte, una clase trabajadora unida es un enemigo temible, y por eso preconizan sin descanso el divide y vencerás. Por eso desde la derecha se potencia tanto el individualismo. Nosotros los socialistas, defendemos el lema internacionalista de: trabajadores del mundo uníos.

Por eso desde hace más de 136 años, en España se fundó el PSOE para conducir esa solidaridad, esa unión, esa fuerza. Con la intención de que el partido se convirtiera en una herramienta imprescindible para transformar la sociedad, para conseguir una defensa efectiva de los trabajadores. Porque todos los derechos que se han conseguido, que no son pocos, no nos los han dado, los hemos arrancado.

El Estado de Bienestar no se logró por bondad de los poderosos, su fórmula para atender a los desprotegidos es la caridad, la nuestra, la de los socialdemócratas es la de un Estado de Bienestar basando en la justica social.

Ahora hay unos nuevos héroes sociales, que magnifica los medios liberales, como son los multimillonarios norteamericanos, que prometen donar a sus fundaciones sus fortunas mientras evaden impuestos en los países donde obtienen esas ganancias con es el caso de España. Ese no es nuestro modelo, nosotros queremos redistribuir la riqueza mediante el Estado de Bienestar y no mediante fundaciones.

Estado de Bienestar que en gran medida es el que se ha implantado en España siempre que hemos tenido responsabilidad de gobierno. Estado del Bienestar que en nuestro programa nos comprometemos a renovar, solucionando los destrozos causados por los severos recortes que ha sufrido en estos años, especialmente en algo que debería estar prohibido como es Educación y Sanidad.

Estado de Bienestar que debemos ser nosotros, los que creemos en él, los que debemos vigilar su correcto funcionamiento. Debemos ser nosotros los primeros en denunciar a los estafadores, ya que los pequeños fraudes que se producen, son un pivote importante donde se anclan los políticos y medios de derechas para justificar el desmantelamiento del sistema de bienestar.

Se regodean y amplifican cada vez que se descubre un pequeño fraude, sin embargo son incapaces de ver los fraudes millonarios que las empresas se sus amigos cometen, cuando se les dan para que gestionen servicios públicos, como con las externalizaciones de la Sanidad, que son incapaces de gestionarlos eficientemente, y que siempre tiene que ir la Administración Pública a su rescate. Y os aseguro que nunca oiremos que haya que desmantelar este tipo de empresas, más bien al contrario.

Valor y solidaridad son dos principios básicos para la defensa de los derechos, añadamos a estos dos principios uno más: inteligencia. Que es la que nos tiene que llevar a votar el próximo día 20 de diciembre al partido que mejor ha sabido defender los derechos de todos, y que por supuesto mejor sabrá defenderlos en un futuro. Seamos inteligentes y hagámonos un favor votando en las próximas elecciones al PSOE.

miércoles, 7 de octubre de 2015

 El Socialismo frente al problema catalán



El nacionalismo es una ideología con altos componentes de irracionalidad e insolidaridad. Es difícil hoy aceptar que alguien es mejor que otro o, en el mejor de los casos, distinto, por haber nacido en un determinado espacio. Cuando no hace falta explicar que el lugar de nacimiento no lo elige nadie, es un puro albur; y experimentar orgullo sobre algo en el que no se ha puesto el más mínimo esfuerzo parece excesivo, cuando no ridículo. Incrementan la irracionalidad los falsos argumentos históricos que todo nacionalismo siempre aporta para justificar su posición. Para creerse algunos hechos históricos tergiversados por la óptica nacionalista hace falta tener más fe que conocimiento.
La insolidaridad que encierran casi todos los nacionalismos “ricos” (Cataluña, País Vasco, Padania, etcétera) no se puede cuestionar. Desvestido de todas las alharacas con que suelen acompañar sus argumentos, lo que queda es una propuesta sencilla: no queremos compartir nuestra riqueza con las regiones más desfavorecidas del Estado. Si bien esto pudiera ser aceptable desde otros espectros ideológicos, desde el socialismo es sencillamente intolerable. En Cataluña, ni partidos de izquierda como Esquerra Republicana de Catalunya, se ocultan en reconocer este argumento de una manera descarnada, tal y como así lo declara Oriol Junqueras: “Si cada año no desapareciese de nuestro país un 8% de nuestro producto interior bruto, cada 10 años lo doblaríamos y cada 10 años seríamos el doble de ricos” (Borrell y LLorach. Las  Cuentas y los Cuentos de la independencia, Catarata 2015, pág. 22).
Es cierto que hay muchos tipos de nacionalismos, en unos priman más los componentes económicos, como son los que rigen en las regiones ricas que pretenden desligarse de las zonas depauperadas de su estado;  y en otros, más los componentes históricos, en donde tienen más importancia los supuestos agravios recibidos. Pero en cualquier caso, todos los nacionalismos son rechazables desde una visión socialista.
La posición del socialismo español con los nacionalismos periféricos es desde hace demasiado tiempo difusa, líquida, cambiante, y desafortunadamente -o no- diversa. Habría que conocer cuál es el origen de esa incomodidad de la izquierda ante los nacionalismos, cuando dos de sus principios rectores son: la igualdad y el internacionalismo. Sin ningún género de duda, una explicación es la irreflexiva reacción al concepto franquista de nación y de los nacionalismos periféricos, lo que ha sometido a parte de la izquierda a un complejo de culpabilidad, al que se debe enfrentar y descartar definitivamente. Todos los territorios sufrieron por igual la represión del Régimen, sin primas por zonas geográficas. Otra explicación, sólo válida para el principal partido de la izquierda española, el PSOE, es el excesivo miramiento que ha tenido con posiciones alejadas de sus postulados por cálculo electoral; especialmente en Cataluña. Donde el PSC siempre ha sido un granero de votos y de diputados nacionales. Dentro del PSC siempre han existido corrientes cuasi nacionalistas o abiertamente nacionalistas, que han condicionado demasiado la posición nacional (o federal) del partido. Hoy ese granero ha dejado de existir, pero la incidencia del PSC sobre la visión de España que hoy adopta el PSOE sigue siendo enorme e innegable.
Parece que la solución que propone el PSOE puede venir por implantar un federalismo asimétrico (en España uno de los primeros partidos que lo propuso fue la hoy extinta Convergencia Democrática de Navarra de Juan Cruz Alli) y conseguir que Cataluña se encuentre cómoda en una reformada Constitución. El concepto de comodidad en relación con la Constitución es tan nuevo y etéreo que es difícil de criticar. Cuando se concrete más esa “comodidad” será el momento de opinar. Desde una posición jacobina es complicado aceptar estas asimetrías y estos reconocimientos explícitos a determinados pueblos en la Constitución, porque en ese preciso instante se estarán creando agravios a otros. Todos los pueblos tienen particularidades, y reconocer unas y no otras será origen de futuros conflictos; con Andalucía está prácticamente asegurado.
La solución parce compleja, entre otras cuestiones porque la propuesta de reforma constitucional que hace el PSOE necesita la aprobación de dos tercios del Congreso para que prospere y en el futuro cercano no parece que se vaya a dar esa coyuntura. Pero independientemente de cuestiones técnicas cabría preguntarse si la propuesta que hacemos es progresista y racional. Parece complicado que esta solución cumpla con estos conceptos, pero muchos seriamos los que estaríamos dispuestos a renunciar a principios muy caros de nuestra concepción social (Eppur si mueve) por buscar una solución definitiva (nunca transitoria) del problema catalán.
Se podría argumentar que la asimetría está ya implantada en el Estado, desde el momento en que se aceptó el cupo navarro y vasco, teniendo como base el anacronismo de los fueros. Fueros que en el caso de Navarra, Franco los mantuvo como premio por la aportación carlista (la nacional-católica de antaño y no la abertzale de hogaño) en la Guerra Civil. Asimetría que existe desde el momento que hay autonomías de dos velocidades; pero que exista ésta, no quiere decir que sea buena per se; es más, uno de los principios del socialismo debería ser ir mitigando estas diferencias para alcanzar sociedades lo más igualitarias posibles.
Sin duda el PSOE se encuentra en una encrucijada, debe elegir entre una postura de sosegamiento de la cuestiona catalana, lo que necesariamente nos supondrá la pérdida de votos de votantes de izquierdas que defiendan una visón unitaria de España (incluyendo Cataluña),  que será recogida por Ciudadanos. Ya hemos visto como en Cataluña nos ha superado ampliamente este partido, especialmente en los pueblos de tradición socialista. La otra opción es adoptar una posición más ortodoxa, que sin duda mantendrá en la máxima tensión el problema catalán, lo cual puede que sea insoportable para Cataluña y para toda España. Puede que la elección de esta postura incomode a muchos socialistas porque pudiera coincidir, aparentemente con la defensa de España que hace el PP. Pero aunque el resultado final pudiera ser similar el origen es bien distinto. Los populares defienden la unidad por territorialidad, por una idea patrimonial de España. La defensa de la unidad desde el socialismo tiene como único origen la igualdad; puede que esto no valga a muchos los catalanes, pero no deja de tener su importancia.
Realmente, el problema es complejo, tal vez una solución sencilla agrave más la cuestión catalana. Todos, por humildad intelectual debemos renunciar a posiciones inamovibles. Solo cabe esperar que el PSOE sepa elegir lo más correcto, o al menos, lo menos malo.

viernes, 27 de febrero de 2015

Abrir las ventanas

Desde hace ya tiempo el PSOE ha perdido una importante cantidad de votantes, son muchas las explicaciones que se han dado desde fuera del partido, desde la opinión publicada. Posiblemente no haya una sola razón, seguro que todas las que se han dado tengan parte de verdad; lo complicado será ponderar el peso que cada una de éstas tenga. Propongo en este artículo dar una visión desde dentro de mi partido.
Ahora que hace veinte años que milito en el PSOE, en su federación madrileña (PSM), y siempre en la Agrupación Socialista de Torrelaguna (AST), creo que estoy legitimado para dar alguna opinión al respecto. Siempre he tenido más una actitud de observador que de protagonista en la vida partidaria fuera de la política municipal, aunque no creo que se pueda decir que esta actitud haya sido pasiva. Jamás me he dedicado a la política de forma profesional, nunca he cobrado un sueldo por ejercer mi actividad política. Y esto no lo digo porque piense que esto me dé una posición de superioridad moral, aunque sí creo que de cierto alejamiento objetivo sobre alguna de las actitudes que he visto. También quiero dejar claro, que creo que es necesario, para ejercer ciertos puestos una liberación total para poder hacerlo con garantías. En ningún caso defiendo propuestas populistas, como las del PP, de eliminar cargos públicos; y mucho menos de eliminar sueldos a cargos electos de la oposición, como lo que ha hecho la Presidenta Cospedal en Castilla La Mancha. 
Desde esta posición de observador activo y no profesionalizado, me propongo opinar lo que sigue. Creo que desde hace ya mucho tiempo, el PSM se ocupa fundamentalmente de sí mismo. La razón puede estar en las sucesivas derrotas electorales. Cuando se produce una derrota se suelen abrir dos caminos. Uno conduce a una crisis, que necesariamente se debe resolver con nuevos equipos y nuevas propuestas para intentar conectar con el electorado. Esto suele darse cuando la derrota es severa, o si es reiterativa con los mismos equipos. Desde luego es una vía natural y saludable. El otro camino lleva al enclaustramiento del partido, esto es, a encerrarse en sí mismo para que sus mandos, cargos, y militantes destacados busquen acomodo para sobrevivir confortablemente en la oposición. Esta vía ni que decir tiene que es muy comprensible humanamente, pero es cancerígena para la vida del partido.
Cuando nos dejamos llevar por esta segunda vía, a medio plazo, todos los militantes nos dedicamos más a hablar de nosotros que a reencontrarnos con nuestros electores. Este enrocamiento suele ser proporcional, cuanto más nos dedicamos más a nosotros mismos, más nos alejamos de la realidad. Además, este ensimismamiento es narcótico, ya que los protagonistas de la batalla interna parecen incapaces de darse cuenta del camino al que llevan al partido. Mucho de esto es lo que ha ocurrido en mi partido. Escribir de ello ahora, bien pudiera parecer oportunista, debido a los recientes acontecimientos en el PSM. Pero es que no es mi intención hablar sobre la maniobra, ni sobre la lucha por los puestos. Porque hablar de ello no creo que aporte nada de nuevo.
Prefiero reflexionar sobre algo que me preocupa mucho más, y que es menos superficial, menos obvio. Me refiero al cuerpo ideológico que vamos construyendo dentro del partido. Tengo la sensación de que en los congresos, conferencias, comités, asambleas y demás órganos de debate, muchas veces optamos por generar programas, normas y documentos con los que sentirnos a gusto los militantes, más que por saber si éstos tendrán acomodo en la sociedad, y sobre todo, entre nuestros votantes. Debemos darnos cuenta que en el PSOE no somos más que 200.000 militantes en España y no más de 15.000 en Madrid, sobre un censo nacional de 35.000.000 de votantes y de 4.630.000 en Madrid. Por tanto parece más inteligente, que sin traicionar nuestros principios socialdemócratas, nos ocupemos más en sacar programas con los que se encuentren más cómodos nuestros votantes que nosotros. Sé que es doloroso, que muchos militantes suelen tener un grado de compromiso mayor que nuestros votantes, pero si no logramos hacer este ejercicio de responsabilidad, puede que nuestra brecha con los votantes sea insalvable.
Esto no es nuevo, ya ocurrió de forma traumática en el XXVIII Congreso, cuando no se aceptó el abandono del marxismo que propugnaba Felipe González, por entonces Secretario General, lo que produjo la dimisión de éste. En un posterior Congreso Extraordinario se terminó aceptando esta postura, lo cual seguramente produjo un desgarro a viejos militantes, pero aseguró los futuros triunfos electorales del PSOE. Hoy, sin llegar a estos extremos, hay también posiciones que ni siquiera nos atrevemos a debatir, ya que se entiende que no serían de un buen socialista, y tenemos miedo a que se nos pudiera tachar de impuros. Sin embargo, luego nos llevamos sorpresas cuando nuestros votantes nos enmiendan la plana. Un caso reciente y preclaro ha ocurrido como consecuencia del pacto antiterrorista yihadista entre el PP y el PSOE. Este pacto incluye una cláusula sobre la cadena perpetua (revisable), que desde sectores importantes del partido se ha tratado como un anatema, como una traición a los valores del partido perpetrado por Pedro Sánchez. Luego una encuesta nos dice que nada menos que el 71% de nuestros votantes avala este pacto.
Personalmente, creo que la cárcel debe servir para reinsertar en aquellos casos en que se pueda, pero no tengo problema en afirmar que, para ciertos casos, me parece que este tipo de condena puede ser proporcional. No entiendo que esta cuestión sea un dogma socialista, así como sí creo que lo es la defensa de un Estado de Bienestar, la universalización de una Educación y una Sanidad de calidad, de un cierto grado de redistribución de la riqueza por vía de los impuestos. No creo que el federalismo (con el que puedo estar de acuerdo, siempre que sea simétrico); un lenguaje no sexista que destroza el español, hasta hacerlo irreconocible (estando a favor de una igualdad absoluta entre mujeres y hombres); o una vuelta a la memoria histórica después de 80 años (estando de acuerdo con que todo represaliado debe descansar en una tumba y no en una cuneta) pertenezcan a ese cuerpo de dogmas del partido.
Y a estos asuntos les dedicamos unas energías importantes dentro del partido, sin saber si estas preocupaciones que tenemos, son las que tienen los ciudadanos, nuestros votantes. Me temo que no. Pienso que la ciudadanía a la que debemos defender está mucho más preocupada por la pobreza, el paro, la reducción de derechos laborales, los recortes en Educación y Sanidad, la discriminación salarial (y no sólo) entre mujeres y hombres, la corrupción, la reducción de servicios, el encarecimiento de la Justicia, la subida de la energía … Y a estos asuntos deberíamos dedicar todas nuestras energías, todas.
Un partido debe ser un instrumento de la sociedad, y el nuestro debe estar al servicio de los más desfavorecidos; si el partido sólo se convierte en un organismo cuyo único objetivo es su supervivencia, estamos condenados a desaparecer. No podemos seguir un minuto más debatiendo sobre aquello que nos gusta y entretiene, y debemos ponernos a trabajar para saber qué es lo que necesita nuestra gente. En el momento en que nos dejemos de mirar el ombligo, no nos va a costar mucho contactar con nuestros votantes, porque tenemos sensibilidad para hacerlo.
Es el momento de tener cierta grandeza, de buscar que es lo mejor para nuestro cuerpo electoral; y si somos capaces de encontrarlo, por añadidura se nos dará la mejora de nuestro partido, y la de todos abnegados militantes. Si finalmente sabemos reencontrarnos con nuestra gente, tendremos más posibilidades de obtener una victoria, que será importante, no tanto para el PSM, como para el de tantos madrileños que están sufriendo las duras políticas aplicadas por el PP.