sábado, 6 de marzo de 2010

Aguirre, la torera ventajista

Una fiesta española
que viene de prole en prole
y ni el gobierno la abole
ni habrá quien la abola
(Ricardo de la Vega y Chueca)


Como aficionado a los toros, no puedo soportar a los toreros ventajistas, a los populistas que buscan el aplauso del público más fácil, ofreciendo una mercancía falsa. Aguirre al saltar a la arena, en busca del morlaco del prohibicionismo catalán, no está haciendo más que de torera ventajista. No sé si en su fuero interno la gustan los toros o no, por más que presuma de su localidad de andanada en las corridas de clavel de la Feria. Más bien pienso que sabe que es un espectáculo popular y por tanto buen cazadero de votos, en donde ella se encuentra tan a gusto. El Parlamento catalán con su discusión sobre el prohibicionismo de los toros, le han puesto al animal en suerte para que haga una de esas faenas populistas a las que nos tiene tan acostumbrados.

No me puedo creer su repentino interés por la fiesta de los toros, por su salvaguarda; cuando toda la legislación taurina de la Comunidad de Madrid es cercenadora de cualquier actividad taurina popular, cuando las actuaciones del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad en relación con Las Ventas son de vergüenza.

Cómo se puede decir defensora de los toros una persona, que exige a los municipios madrileños una legislación profusa y exagerada; que tiene como última consecuencia, que los pueblos de tradición taurina dejen, poco a poco, de ofrecer los festejos populares que desde antiguo hacían. Es imposible para los ayuntamientos cumplir con toda la retahíla de exigencias, que el más nimio de los espectáculos taurinos exige: ambulancias UVI, cirujanos, anestesistas, enfermeros, directores de lidia y ayudas, pastores, talanqueras homologadas (¡qué pamema!)... Además, a diferencia de otras comunidades, en Madrid cualquier res que salga por el portón de toriles o del camión ha de ser sacrificada antes de que pasen 15 minutos. Sí, vaquillas, novillos del aguardiente, toros de las calles, novillos de capea y las cientos de variedades que los distintos pueblos han creado. Lo cual supone un verdadero despilfarro. ¿Cuántos años se han soltado vaquillas y novillos que duraban dos o tres días en distintas sacas: después del encierro, después del festejo y por la noche?

Esta legislación tan estricta hace que los aficionados madrileños emigren a las otras comunidades castellanas que nos circundan, en busca de los festejos que organizan. ¿Qué aficionado no conoce el desencierro de Brihuega, los toros del campo de El Casar, Torrejón del Rey y de tantos otros pueblos de Guadalajara (Castilla La Mancha), el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo, o el más polémico Toro de la Vega de Tordesillas (Castilla y León)? ¿Cuántos toros del campo se han eliminado en Madrid en los últimos años? Todos; en la Comunidad que pretende convertirse ahora en el adalid de la fiesta brava.

En otra Comunidad, la valenciana, los toros ensogados y los toros de la calle, cuentan con innumerables seguidores, muchos de ellos madrileños. Curiosamente a cambio de lo que ocurre en Madrid, en que todo animal sólo se le puede dar fiesta por espacio de quince minutos -encareciendo tremendamente el festejo- hay toros que se sueltan una y otra vez por las calles, sin ningún problema legal; como así lo demuestra la contratación del famoso toro ‘Ratón’, que lleva más de ocho años saliendo por las calles de los pueblos valencianos. Un toro que ha ocasionado más de una desgracia, y se le corre sin mayores problemas, ya que se asume el riesgo que este tipo de festejos entrañan; mientras que en Madrid, cualquier cogida en un encierro es investigada detectivescamente, para ver como, de una manera u otra, se “empura” al munícipe de turno. ¿Cuántos alcaldes y concejales madrileños respiran tranquilos cuando terminan las fiestas sin ningún incidente en los encierros? Todos.

Si hablamos de la gestión de la Comunidad de la plaza más importante del mundo: Las Ventas, el panorama no puede ser más desolador. Concesiones poco claras, ninguna exigencia a la empresa y permisibilidad absoluta en que se programe una temporada absolutamente indigna (sí, en Las Ventas hay toros después de la Feria del Clavel, antes conocida como de San Isidro). Después de la Feria, los festejos no concitan ni en un cuarto de aforo; cuando no hace tantos años, lo normal es que se llegase a la mitad, o sencillamente se llenase en días como el de La Paloma, con carteles del gusto madrileño, algo ya olvidado.

Sería mucho más interesante, si de verdad quiere hacer algo por los toros la Presidenta de Madrid, que revisase la hiperreglamentación taurina madrileña, y que eliminase las trapacerías en Las Ventas, en vez de declarar a los Toros como Bien de Interés Cultural. Pero no nos engañemos, no le preocupan tanto los toros como pescar votos, excitando el anticatalanismo facilón, de algún sector madrileño.

POSDATA A LOS ANTITAURINOS

No os preocupéis por la abolición de los toros, sólo tenéis que dejar a los taurinos que sigan gestionando la Fiesta tal y como lo vienen haciendo; pues en unos pocos años habrán echado de las plazas a los pocos aficionados que quedamos. Con vuestras protestas lo único que conseguís son salidas como la de la Presidenta y llamadas a rebato de los taurinos, lo que prologará la agonía de los toros; y algunos aficionados ya necesitamos descanso.

jueves, 18 de febrero de 2010

La Ecuación

Tanto el PP como el PSOE son partidos de Gobierno, y en cualquier momento pueden ejercer este tipo de responsabilidades, y en Torrelaguna esto no es una excepción. A los partidos de gobierno se nos exige un plus de comportamiento responsable, más que a aquellas formaciones a las que queda lejos la posibilidad de alcanzar el poder. El PSOE y el PP cuando no se encuentran en el gobierno, a mi entender, deberían hacer necesariamente una oposición constructiva. No vale, o no debería valer todo, para desgastar al gobierno. No se debería alcanzar éste por el puro desgaste, sino también por la proposición de medidas y alternativas que demuestren ser mejores que las que lleva a cabo el gobierno.

No se puede decir que la oposición del PP hasta ahora en Torrelaguna haya sido agresiva. He de reconocer en gran parte de la legislatura ésta ha sido razonable; si olvidamos alguna salida del tiesto del extinto Secretario General. Pero lo cierto es que las elecciones municipales se acercan, y toca al principal partido de la oposición endurecer su postura, con el objetivo de que esta estrategia le reporte réditos electorales. Esto se escenificó en el último Pleno Ordinario, en donde el líder de la oposición dio un discurso en clave electoral, pero en mi opinión, entrando en una profunda contradicción ideológica, competencial y financiera.

Es asombroso escuchar a un miembro del PP en un Pleno municipal una diatriba sobre el mal funcionamiento de la Sanidad y la Educación en Torrelaguna, sabiendo que estas competencias son de la Comunidad. La explicación del mal servicio de estas áreas, según la opinión del Jefe de la oposición, sería por la falta de quejas del equipo municipal hacia los organismos competentes de la Comunidad. ¡Cómo si estos servicios no se tuvieran que dar correctamente de oficio! Si sus compañeros de partido, los consejeros Güemes y Figar, hubieran estado en el Pleno se hubieran quedado ojipláticos oyendo como éste criticaba duramente a la Sanidad y la Educación en Torrelaguna.

En ocasiones como las del pasado Pleno, oír hablar al líder de la oposición te hace dudar del partido al que pertenece. Su obsesión es aumentar el gasto, especialmente el de carácter social, del que es tan reacio el liberal PP madrileño. Se denuncia la reducción de servicios de la Escuela de la Música, de la que la aportación de la CAM es insignificante; se pide el restablecimiento de un servicio de juventud, del que la Comunidad ha eliminado prácticamente todas las subvenciones; se exige el pago puntual a la Mancomunidad de Servicios Municipales; se pide mayores servicios en la Casita del Niños; mayores inversiones en parques infantiles, helipuertos, etcétera. Gasto, gasto, gasto.

Pero algo falla, en ningún momento se nos dice de dónde puede salir el dinero para financiar sus peticiones. Ahora las cuentas están claras (cosa distinta es que se esté de acuerdo con su distribución); no vale pedir esto, lo otro y el firmamento, si nos se dice seguidamente que partida van a reducir o eliminar para traspasar sus créditos a los de la Escuela de Música, Juventud, Servicios Sociales, parques, etcétera.

La demostración fehaciente de que esto es así, es en el Pleno de los Presupuestos no se nos hizo ni una sola propuesta cuantificable, que probablemente la hubiéramos aceptado. Sólo una descalificación genérica sin mojarse, la argumentación fue demasiado pobre: los presupuestos son malos “per se”. Hubiéramos agradecido una propuesta del tipo: traspasaríamos X euros de la partida Y para dotar de mayor crédito a la partida Z; y así hubieran demostrado tener una alternativa, con la que luego se podría estar de acuerdo o no. Pero eso implica tomar partido, y eso siempre puede desgastar.

Desde el PSOE hemos sido valientes y coherentes con nuestros postulados. Nosotros también queremos más o mejores servicios públicos, y por ello pedimos un aumento asequible del coeficiente del IBI (la contribución), para poder financiarlos; a lo que se opuso, entre otros el PP.

Creo que es el momento de que los populares despejen la ecuación, en la que nos digan como con menores ingresos se puedan pagar más servicios. Sencillamente es un problema irresoluble. Podrán decir que la solución está en gestionar mejor, o bien, privatizando servicios, que según ellos, abaratan los costes de lass administraciones. Pero para ello primero tendrían que demostrar que esto fuera verdad en Torrelaguna, y luego se tendrían que atrever a decirlo. La privatización es una opción legítima, que no compartimos, pero necesitamos saber si es esta la solución que están barajando. Los vecinos deben conocer si la privatización de la gestión del Polideportivo, de la Casa de la Cultura, de la Escuela de Música y de cuantos servicios municipales se les ocurran, es la X que resolvería la ecuación.

jueves, 15 de octubre de 2009

La crisis en la Administración Municipal

Como no podía ser de otra manera, la crisis también tiene su reflejo en la administración municipal. La fiesta de los fuertes ingresos por vía de la construcción se han terminado de golpe, y ya no volverán en esa cantidad nunca, y los que vengan aún tardarán en llegar. Esto ha llevado a gran número de ayuntamientos a su límite financiero. La explicación de por qué se ha llegado a esta situación la podemos complicar hasta donde queramos, pero haciendo una abstracción podemos concluir: que con esos dineros, los ayuntamientos empezaron a dar unos servicios por encima de lo que la ley les exige; de una calidad por encima de los exigible, y soportados en gran medida por las arcas municipales.

A toro pasado es fácil sentenciar: que no lo hubieran hecho, la cuestión no es tan sencilla. Si los ayuntamientos se “meten donde no les llaman” no es sólo por gusto, que algo de esto también hay; sino en gran medida por la fuerte presión ciudadana, que exige unos determinados servicios, sin importarles de quién es la competencia. Al desconocer esta distribución competencial los vecinos siempre tiran por la calle de en medio, que es la más fácil, y no dudan en exigir a la Administración más cercana, el cumplimiento de esos servicios.

Un político local, en tiempos de mayor penuria, esquivaría estas exigencias diciendo que no hay dinero, y que en todo caso, esas reclamaciones habría que hacerlas en otras Administraciones (Autonómica o Estatal); y como mucho, lo que se prestaría a hacer es a encabezar y dirigir la protesta/petición. Pero en los no tan lejanos tiempos en que el dinero entraba con cierta alegría, este mismo político local, decía: ¡que necesidad hay de ir a pedir estas lógicas exigencias de mis vecinos a otras instancias, sabiendo que el resultado es casi siempre escaso, si nosotros ahora nos lo podemos permitir! ¡Qué más quiere un político que poder satisfacer las necesidades de sus vecinos! Y ese es el pecado original de nuestras actuales penurias.

Esos dineros extraordinarios se han acabado, pero después de tantos años de bonanza, muchos ayuntamientos han creado unas estructuras que ahora no pueden soportar con los ingresos ordinarios. Ahora es difícil explicar a los vecinos que la educación de cero a tres años no es obligatoria, y que los ayuntamientos aportan un dinero no desdeñable en soportar este servicio, y que en todo caso no sería competencia suya. Cómo explicar que todo lo relacionado con la educación (reglada: colego e instituto, no reglada: escuela de música y aula de adultos y actividades extraescolares) es una competencia que tienen transferida las comunidades autónomas, y no por ello, los municipios dejan de aportar una buena cantidad para su mantenimiento. Cómo decir a los vecinos más desfavorecidos que los Servicios Sociales es una competencia autonómica. Podríamos alargar esta relación, hasta completar eso que los ayuntamientos llaman gastos impropios.

A este meterse en camisa de once varas, también hay que añadir que se ha abusado de los gastos improductivos. Esos que no generan ningún tipo de riqueza, sino más bien todo lo contrario. Las fiestas muy por encima de lo que nos podíamos permitir, y no sólo hay que referirse a la patronales, sino a todos los innumerables actos lúdicos que nos hemos ido inventando a lo largo de estos años con cualquier excusa. Los municipios al igual que hacen los nuevos ricos, han ido sacando pecho y diciendo esa frase tan grata a algunos descerebrados: “esto lo pago yo”. ¡Cuántas absurdas actividades han sido soportadas por el patrocinio de los ilustrísimos ayuntamientos!

También es sabido que en tiempo de bonanza, el dinero se gasta con mucha más alegría, y se han producido algunos gastos corrientes, que eran perfectamente prescindibles.

Si de los gastos impropios es claro que podemos echar las culpas a otras administraciones, de los gastos improductivos no podemos mirar para otro lado, la culpa es sólo nuestra y lo único que queda hacer es un acto de contrición y prometer que nunca más.

Para complicar más la situación de los ayuntamientos, está la siempre denunciada aberrante financiación municipal. Después de más de treinta años de funcionamiento sigue siendo la Administración pobre del Estado. Esta financiación es desde luego escasa, pero lo que es peor, es que es absurda. Una parte muy importante de los ingresos que reciben los ayuntamientos es por vía de las subvenciones, es decir, dependen de la concesión o no (no es un ingreso fijo) de las mismas y en muchas ocasiones estas subvenciones no sirven para maldita la cosa. Además muchas de ellas lo que promueven es la inversión en infraestructuras, que inmediatamente ocasionarán un gasto corriente que difícilmente podrán soportar los municipios. Aunque nunca se diga, el recibir un importante porcentaje de los ingresos por subvenciones va en contra de la ya muy debilitada autonomía municipal que recoge la Constitución; ya que las Administraciones que las otorgan (en gran medida las comunidades autónomas) deciden en qué hay que gastar sin tener en cuenta, en ningún caso, las necesidades de los ayuntamientos.

De todos es conocido los males de la financiación municipal, pero no parece que se vaya a abordar ésta en el corto plazo, de momento el Gobierno la ha trasladado al 2011, y entonces veremos. Así que pese a luchar por que este sistema financiero cambie, lo que nos queda es asumir la situación tal como está; y con estos mimbres afrontar la situación de crisis en que estamos inmersos. De nada vale esperar a que venga algún salvador justiciero, porque no va a llegar; tanto el Estado como las Comunidades están en una situación financiera mala, y poco van a poder hacer por nosotros.

Tampoco creo que sea muy inteligente limitarnos a lamentarnos por las consecuencias que nos está produciendo la crisis económica, como si fuera una maldición ante la que nada se pueda hacer. Las crisis son un momento de oportunidad, oportunidad para analizar las causas y eliminar las variables que ahora nos están causando tanto sufrimiento; con la intención de que una vez superados los momentos de dificultad dejemos un sistema más saneado, productivo y sostenible.

Sin duda son momentos que exige lo mejor de cada político. Son momentos en que se deben adoptar medidas complicadas y posiblemente impopulares, pero ante las que no caben las dudas. Si siempre es un pecado anteponer los intereses de partido a los generales, en momentos de crisis es un delito de alta traición. Es el momento de tomar decisiones pese a que éstas puedan ocasionar un desgaste electoral, no cabe otra. Para estos momentos no valen los libros de estilo, los lugares comunes ni andar regalando oídos, son más bien tiempos para el: “sangre, sudor y lágrimas” de Churchill. También es tiempo de dar muchas explicaciones y dar la cara, aunque sea para que te la partan. Cuando vienen mal dadas, es difícil dar explicaciones, ya que el ciudadano está a la contra, pero no hay otra, sólo explicando con toda claridad lo que hay, es la única manera de intentar tranquilizar a la ciudadanía.

Los municipios tenemos una enfermedad que no la vamos a poder curar con aspirinas, sino con técnicas agresivas, que van a dañar parte de nuestro organismo; pero que si las aplicamos convenientemente saldremos vivos de esta coyuntura. Eso sí, sabiendo que nuestro cuerpo ya nunca será igual al que teníamos antes de la enfermedad.

Hay que sacar una moraleja de esto que nos está ocurriendo, y es que es bíblico que a tiempos de vacas gordas le siguen años de vacas flacas, y lo que hay que hacer es acumular en los años de bonanza y no malgastar los excedentes para estar mejor preparados para los seguros periodos de dificultades que han de venir.

martes, 26 de agosto de 2008

La privatización del Canal de Isabel II

No quiero enfocar este artículo sobre la privatización del Canal, por lo que me pueda afectar a mí y al resto de trabajadores de la empresa, que al fin y al cabo, no somos más de 3.000 personas entre varios millones de madrileños. Con importarme esta cuestión sobremanera, pretendo dar mi visión sobre como puede afectar esta operación al vecino de la Comunidad.

En primer lugar debo decir que no creo que toda privatización sea anatema, ni tampoco pienso que el mejor servicio es el público. Creo que hay empresas que no pueden ser más que privadas, y que hay servicios que los dan en mejores condiciones el sector privado. No tengo ningún problema que una empresa que produce bienes de consumo sea privada, y no entendería una injerencia por parte de cualquier organismo estatal; muchos más problemas tengo para aceptar que una empresa que gestiona un bien básico, preciado y escaso, caiga en manos de una empresa privada. Para mí este es el meollo del asunto, y no las mezquindades de que si sus empleados viven muy bien, o de si es una manera de buscar financiación para infraestructuras necesarias.

Por experiencia propia, me barrunto lo que puede devenir con una futura privatización parcial del Canal. Creo que puede ser ilustrativo comentar lo que pasó con Hidráulica Santillana, una de las empresas del CYII que se privatizó al 49%. También con el objeto de buscar financiación para la construcción de las minicentrales del río Lozoya, se realizó la venta parcial a la empresa Aguas de Barcelona (AGBAR), de capital privado. Desde el principio de la entrada de esta empresa surgieron infinitos problemas, por la inevitable colisión entre dos concepciones de empresa absolutamente distintas. AGBAR, sólo estaba interesada en aumentar y repartir la mayor cantidad de beneficios posibles, mientras que al Canal sólo le preocupaba una correcta dirección del abastecimiento de agua a Madrid. A AGBAR sólo quería oír que todo el agua que había en los embalses pasase por las turbinas para producir kilowatios, y en esa dirección presionaba en los organismos en que se establecían los desembalses. El objetivo del Canal no era otro que procurar el correcto abastecimiento y guardar las necesarias reservas para épocas de sequía; por eso a la empresa privada le costaba entender que con El Atazar prácticamente lleno, las máquinas estuviesen paradas. Su objetivo empresarial no era garantizar el agua para Madrid sino producir el mayor beneficio posible. El beneficio era todo su fin y en pos de el, se mandó a la Central de Torrelaguna una persona para entrevistar a todos los trabajadores (14 personas para 7 minicentrales, que pueden producir las 24 h del días según las condiciones) con la sola intención de reducir el personal al mínimo posible. Plan que se presentó al Consejo y que con buen criterio se desestimó, ya que el recorte iba destinado al personal de telecontrol, quitando el servicio nocturno; que pese a ser cierto que se hacen menos maniobras, nunca se esta libre de que ocurra cualquier incidencia. Se anteponía el beneficio a la seguridad y el buen control.

Al ver AGBAR que sus peticiones eran denegadas sistemáticamente por parte de la empresa pública, le propuso que le recomprara su parte, y el Canal aceptó dicha oferta, ya que desde un principio, la parte privada fue una china en el zapato, y con la vuelta al status quo inicial descansaban ambas partes.

Mutatis mutandis esto es lo que me temo que pueda ocurrir con la entrada de capital privado en el Canal; que éste, lógicamente, siguiendo su pulsión natural sólo busque el beneficio, aunque para ello tenga: que vender más agua incentivando el consumo (algo deplorablemente antiecológico) poniendo en riesgo las campañas de ahorro de agua; subir el precio del agua, bajar la calidad de la misma (en Madrid el agua es mejor que la que venden embotellada no por arte de birlibirloque, sino por la cantidad de procesos a que se somete un agua, ciertamente de buena calidad); reducir la plantilla de trabajadores, rebajar las exigencias de calidad en depuración; etcétera. Sinceramente, creo que la entrada de capital privado va ocasionar tensiones muy difíciles de gestionar, especialmente en todo lo relativa a la política del agua.

Además de los problemas que pudieran surgir existen otros legales, difíciles de solucionar. Los ayuntamientos ceden derechos, competencias, terrenos, etcétera, que se ven recompensados por unos convenios (uno por cada pueblo) que se establecen entre ambas partes. Estos convenios son posibles, ya que desde los gobiernos locales se sabe que de la otra parte está la Comunidad de Madrid, que somos todos los madrileños; pero si ahora lo que entra es capital privado, naturalmente algunos de ellos exigirán otras condiciones contractuales. Ya que si lo que ahora prima es ganar dinero, éstos querrán parte del pastel.

Por ir terminando, desconozco cual ha sido este interés por esta privatización parcial. No sé si detrás de ello hay un estudio concienzudo de la operación, o más bien una noticia estrella, dicha con poca premeditación en el Debate de la Región, para terminar con un bombazo mediático. Me es difícil comprender el por qué de este intento de privatización, cuando el Canal es una fuente de financiación importantísima de la Comunidad, que les posibilita manejar cuantioso fondos para obras como el metro, jardines, espacios de ocio, exposiciones... que finalmente disfrutamos todos los madrileños (más los de Madrid que los de la Sierra Norte); y que con una privatización, lógicamente desaparecerá esta reversión en la sociedad madrileña.

No sé si en todo esto sólo hay un prurito de nuestra Presidente por quedar como la más liberal entre los liberales; aún en tiempos en que el país paradigma des esta doctrina, se esta replanteando los mecanismos del sistema capitalista desde sus cimientos. Habría que recordar que su guía espiritual: la señora Tatcher, a la que no sé si quiere adelantar por la derecha, cayó del gobierno a manos de sus propios correligionarios tories, que veían en sus políticas un riesgo serio de fragmentar a la sociedad británica.

Post Data

Espero que la inauguración del Teatro del Canal no sea el paradigma de la buena gestión que aseguran tendrá la empresa en un futuro. ¿Cómo se puede pagar por un espectáculo más de lo que vale en el mercado? En tiempo de crisis ¿era necesaria esa exhibición de despilfarro? ¿Qué pintaban en la inauguración todo el famoseo cutre y los pseudoperiodistas que cubren sus inanes vidas? ¿Nacho Cano?, ¿nos veremos libres alguna vez en España de Mecano y sus secuelas?

miércoles, 26 de marzo de 2008

Los análisis postelectorales del PP

Los análisis postelectorales del PP en las derrotas son cuando menos sui géneris. La derrota siempre la aceptan de mala gana, sobre todo cuando sus encuestan les dan ganadores; entonces anteponen éstas a los resultados finales y buscan excusas para explicar la derrota. En el año 1989, tuvimos que oír que el gobierno poco menos había preparado un pucherazo, porque después de las ocho había colegios electorales abiertos. Palabras gravísimas que fueron pronunciadas por los “moderados” Gallardón y Arenas. Cascos, más duro, achacó su derrota, por culpa del dinero extra que había gastado el PSOE en la campaña, gracias a los fondos de FILESA y al apoyo de la televisión gubernamental.

Si mala fue la reacción en 1989, peor la de 2003 en que no creyeron posible que el PSOE se hubiera hecho con la victoria por cuarta vez consecutiva (de ahí la legislatura crispadora que nos dieron a todos los españoles) la de 2004 batió todas las marcas del mal perder; tan mal perder que todavía hay bastantes prohombres del PP que no la han aceptado. La postura moderada: la oficial, es que el PSOE manipuló los acontecimientos terroristas del 11 de marzo para su exclusivo beneficio electoral. La línea más dura, no tienen ningún problema en decir que el atentado fue una conspiración del PSOE con la ETA, con la colaboración del terrorismo yihadista, de los servicios secretos franceses, marroquíes y españoles, y sectores corruptos de la Guardia Civil y la Policía Nacional. El objetivo era provocar un cambio de gobierno; el PSOE alcanzaba el poder, los islámicos cobraban así una deuda al PP por meter a España en la guerra de Iraq, y ETA conseguía romper España y fundar, por fin, su Euskal Herria con la inclusión de su ambicionada Navarra. Esta teoría, que ya se conoce como la Teoría Conspiranoica, es la que ha estado funcionando en algunos medios de comunicación durante estos últimos cuatro años, y a la que se han abonado no pocos miembros del PP.

Jamás se ha oído un solo análisis autocrítico, la culpa siempre es de los otros. Si no se cumple el objetivo de ganar las elecciones, ¡algo de complot tendrá que haber!. ¡Cómo recuerdan algunos lideres del PP a esos equipos llorones, que explican los malos resultados por las malas acciones de los árbitros!, vicio en el que por desgracia ya también está abonado mi Real Madrid, equipo señor, que tenía a gala no quejarse jamás de los árbitros y que siempre se autoinculpaba por las derrotas, porque un equipo como el Real Madrid debe ganar siempre, pese a los árbitros.

Todavía no se ha oído una sola voz autorizada del PP diciendo que la guerra de Iraq fue un error. Tampoco que la gestión de la crisis del 11 al 14 de marzo fue catastrófica, sobre todo en la cuestión informativa, vital en esos momentos. No habrá ni un líder del PP que diga que no se puede basar la labor de oposición a un gobierno en la política antiterrorista de éste, de manera casi exclusiva. Nadie del PP reconocerá que no se ha partido España, ni vendido Navarra, en donde por cierto gobierna Miguel Sanz (UPN/PP), gracias al apoyo del PSOE ¡con las cosas que se han oído! ¿Habrá alguien en el PP, que diga que no le puede marcar la agenda política la COPE, El Mundo o Telamadrid? Esos mismos medios que pocas horas después de los resultados electorales pedían de manera despiadada la cabeza de Mariano Rajoy, ¡y lo que te rondaré morena!

Parece como si la derecha no aceptara estar en la oposición, piensan que estar en el gobierno es su posición natural, y siempre que se ven fuera de él es pos razones exógenas, casi siempre pos conspiraciones nacionales e internacionales. Hay que aprender a perder elecciones para saber ganarlas (Felipe González dixit).

A todas las alucinadas razones que nos han dado desde el PP para explicar sus derrotas se añade una nueva, que creo que va a tener bastante éxito entre los políticos populares y los analistas de los medios más ultras y amarillos de la derecha. La victoria del PSOE se ha basado en los votos extremistas de la izquierda y de los partidos separatistas; mientras que los votos del PP son los votos de la gente centrada y decente de Expaña, como le gusta decir a Federico el Grande. Ya no vale el axioma: un hombre un voto. Ahora hay que analizar la calidad de los votantes para saber de la bondad de los resultados. No se pueden ganar las elecciones así como así, sólo deberían valer los votos de la gente normal, decente y éstos están mayoritariamente en el PP, mientras que en el PSOE están los del lumpen político; por tanto la victoria del PSOE en el 2008 está de nuevo en entredicho. Preparémonos a oír explicaciones de esta jaez en las próximas semanas, y quién sabe si no en toda la legislatura.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Los Ultraliberales

Sobre el liberalismo hay varias acepciones, una que propugna la libertad y la tolerancia en las relaciones humanas, y otra de carácter económico. Es de esta última de la que me propongo hablar, a sabiendas de que sobre esta doctrina económica hay distintos grados (como en el socialismo). Desde la corriente que propugnan muchos partidos del centro derecha europeo, que asumen en buena medida el estado del bienestrar. Hasta la corriente extrema, que defiende el darwinismo social, que es en la que militan los cada vez menos en boga neocons; pero que en España cuenta con firmes defensores como son el candidato Manuel Pizarro o la presidenta de la Comunidad Esperanza Aguirre o el ex ministro Arias Cañete. Da verdadero pavor comprobar como esta corriente extrema, es la que se está aplicando en el gobierno de Madrid por los consejeros que lo forman.

Normalmente estos defensores del liberalismo a ultranza, son siempre personas que proceden de eso que siempre se llamó buenas familias; animo a los lectores a que hagan memoria a ver si recuerdan a algún político que defienda esta doctrina que venga de las capas inferiores de la sociedad. Son personas que siempre han tenido una excelente posición económica y que ni por descontado saben lo que es necesitar una prestación social: una ayuda de estudios, una plaza en una casita de niños, una intervención sanitaria en la Seguridad Social, una pensión de jubilación y mucho menos una prestación por desempleo.

Pese a su buena posición, sí parece que la Presidenta de Madrid se quejó de tener problemas para pagar la luz de su palacete madrileño, una boutade típica de ricos; que desconocen cuanto irritan estas salidas de tono a la población normal. Suelen ser personas que tienen un desconocimiento brutal de la vida cotidiana y las vicisitudes del ciudadano medio. Un buen ejemplo fue la manifestación que hizo el candidato para dirigir la economía de España si gana el PP, Manuel Pizarro; que se alborozó de estar en un mercado, en uno de esos absurdos paseos electorales, de los que ningún político parece estar libre. Sin duda, para él visitar un mercado debe ser un acontecimiento, seguro que estaba más en su ambiente en los innumerables consejos de administración de los que ha sido miembro.

Estos defensores del liberalismo sin rostro humano, saben que tanto ellos como sus próximas generaciones, van a tener más que asegurado el porvenir; ya que si su progenie no consiguen la excelencia que ellos han alcanzado en la vida pública; siempre, sus descendientes encontrarán algún hueco en algún consejo de administración o dispondrán de un importante sillón en alguna empresa, donde sus ingresos serán magros y sus responsabilidades pocas. No es el caso del español corriente, que ve con agobio el futuro de sus hijos, si a estos no les da por conseguirse una buena preparación. Están tan seguros estos políticos de no necesitar, ni ellos ni los suyos, los servicios que ofrece en estado de bienestar, que quieren acabar con este sistema solidario, ya que para mantenerlo hay que pagar unos impuestos, que odian por sistema, pues les impiden ser aún mucho más ricos de lo que son.

En Madrid ya se está sufriendo el desmontaje que se está haciendo de alguna de las patas fundamentales del estado del bienestar, como es la educación. Es odioso el estado en que están dejando la educación pública, que deberían mimar de manera principalísima; ya que es uno de los pocos mecanismos que pueden posibilitar la igualdad de oportunidades de las personas de extracción más humilde. Pues lejos de atender debidamente lo que es una de sus obligaciones, cometen una de las perversiones más repugnantes. Con los impuestos de todos los madrileños, subvencionan los colegios concertados, dejando a su suerte a los colegios públicos que deberían ser su primera ocupación. Con ello se logran varios objetivos; uno económico, es mucho el dinero que ganan estos colegios concertados con el dinero público. Otro ideológico, a nadie se le oculta que el ideario de la gran mayoría de estos colegios es católico-conservador, y se aseguran un posible proselitismo de sus valores en estos centros. Un objetivo poco caritativo, es la segregación; consiguen aislar a sus retoños de la marabunta proveniente de la inmigración. Los colegios públicos en Madrid ahora recogen mayoritariamente a los hijos de los inmigrantes y a los hijos de las familias más humildes; o bien a los hijos del Madrid rural, ya que en los pequeños pueblos al no haber oportunidad de negocio, los colegios privados y concertados ni por asomo se ubicarán en estos lares; y así los padres de estos niños no tendrán, apenas, la oportunidad de elegir un colegio concertado.

Con el tiempo lograrán que los colegios públicos sean un gueto para los alumnos que no pueden costearse otro tipo de colegio. Con lo que además de poner la simiente para futuros conflictos raciales, se consigue otro daño; pues se pone en serio peligro, desde la infancia, un sistema educativo que de a todos las mismas oportunidades para formarse: discriminación desde la base.

Cuando en la cuna del liberalismo, se está planteando por varios candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, ampliar el sistema público de Sanidad, asemejándolo al europeo; los gestores de la Sanidad pública madrileña, trabajan sin descanso para desprestigiarlo y vaciarlo de recursos, con el objetivo de que los ciudadanos abandonen la sanidad pública y empiecen a recurrir a la privada (de nuevo otra oportunidad de negocio que se abre para los suyos). Y como ya ocurre con la educación, la sanidad pública sólo quedará para los más pobres y los sectores marginados.

El último ataque al estado del bienestar ha llegado, como no, por este ariete del liberalismo que es Manuel Pizarro; con su propuesta de que las pensiones dejen de gestionarse y pagarse por el Estado, para externalizarlas en planes de pensión privado, a los que cada trabajador deberá suscribirse, con el argumento de que el sistema de pensiones no se sostendrá.

Entre las razones que arguyen para ir eliminando el sistema de servicios públicos están: la excesiva subvención en la vida española, que no incentiva la producción; las corruptelas que se dan en la sanidad pública; la falta de eficiencia de la administración pública, etcétera. Y si hemos de ser sinceros, en alguna ocasión parte de razón llevan en sus críticas. Todos conocemos casos de empresas o personas que sólo viven gracias a las subvenciones, todos conocemos vecinos que siempre están de baja sin que su salud sea peor que la nuestra, todos hemos padecido algún mal servicio de alguna administración pública. Por eso los que creemos en este sistema, debemos ser los primeros críticos con todo este tipo de actuaciones; reflexionar y meditar que mejoras y que controles podemos aplicar para evitar todos los excesos que se producen al socaire del sistema público. No hay que rechazar ninguna crítica, sino analizar los fallos y corregirlos para dejar sin ningún tipo de argumento a los defensores de esta corriente ideológica.

La idea-trampa para ganar adeptos entre los ciudadanos es emitir su mantra: bajar los impuestos. Siempre que se hace esta propuesta por parte de los ultraliberales, nunca se explicita claramente la otra cara de la moneda: qué servicios sociales se van a quitar. Deberían contarnos con valentía qué educación, qué sanidad, qué pensiones, qué prestaciones por desempleo, qué servicios públicos quieren para ver si nos convencen; pero me temo que lo que ofrecen es un sistema tan dañino, que seguro que gran parte de la sociedad no quiere ni puede aceptar.

martes, 29 de enero de 2008

La deriva terrenal de la Iglesia

En la presente campaña electoral, la Iglesia ha jugado un papel hasta ahora inédito, como es el de querer influir en los resultados electorales. La realización más palpable de este objetivo fue, sin duda, la concentración en la plaza de Colón del pasado 30 de diciembre.

Por supuesto, tal extremo es negado por la Iglesia, que sólo reconoce que fue una gran manifestación en defensa de la familia católica. Otros creemos que no fue así, sino un apoyo claro, a determinado partido político a setenta día de las elecciones. Sólo les faltó hacer como Fernandel en su papel de Don Camilo (Don Camilo y Don Peppone), en una Italia de la postguerra mundial, ante las inminentes elecciones, conminando a los feligreses a votar a un partido que fuese: demócrata y cristiano; mutatis mutandis, a los cardenales de Colón sólo les faltó solicitar el voto para una organización que fuese: un partido y popular.

Tal manifestación puso furioso a muchos de mis compañeros con altas responsabilidades. Debo reconocer que aunque no me gustó la intención del acto, y que quedé estupefacto con algunas de las declaraciones que allí se vertieron; la verdad, es que no le di mayor importancia a la concentración. La razón, es que pienso que la Iglesia hoy no tiene una gran capacidad de persuasión. Si analizamos el motivo que les reunió, como es la defensa de la familia tradicional católica; seguro que no me equivoco si digo que la media del número de hijos de los matrimonios allí presentes, pasara de los dos por pareja. Y Todos sabemos que eso es imposible, a no ser que se hagan trampas, tal y como así llamaba a las medios anticonceptivas un opusino, conocido mío. Eso no quiere decir, ni más ni menos, que los defensores de la familia cristiana, no realizan la gozosa cópula, con el único fin de la procreación, tal y como manda la jerarquía eclesial.

Pero si extendemos sus directrices en material sexual y familiar a la sociedad española, vemos que su influencia roza la absoluta inobservancia. Hoy casi la mitad de los matrimonios son civiles; el divorcio es hoy un fenómeno habitual, tanto que entre los nuevos enlaces, la mitad terminan en divorcio; y hoy son una absoluta minoría los novios que llevan vírgenes al matrimonio, por más blanco que sea el vestido de la novia y por más elegante que sea el chaqué del novio.

Los lamentables programas de cotilleos, nos ofrecen a diario como: políticos conservadores, famosos casposos, folclóricas que tienen a los santos y vírgenes todo el día en la boca, etcétera; se divorcian y mantienen unas vidas sentimentales, que desde la visión católica, sólo se pueden tachar de licenciosas.

Pese a mi ateismo, soy de los que encuentro aportaciones muy positivas en la religión cristiana (única que conozco con cierta profundidad, por otra parte). Es una lástima que la Iglesia se haya centrado, en los dos últimos papados, en algo tan epidérmico como es el sexo. A muchos nos hubiera gustado que la labor pastoral de la Iglesia tuviera como eje la defensa de otros valores, como: la solidaridad (dar de comer al hambriento), el rechazo de la violencia (poner la otra mejilla), el hermanamiento (no te importe la raza ni el color de la piel), la denuncia del insano apetito de riquezas (es más difícil que entre un rico en el reino de los cielos, que un camello (o soga) por el ojo de una aguja), y otras innumerables enseñanzas revolucionaras que propuso Jesús.

Pese a mis deseos, es sólo a la Iglesia a la que corresponde dirigir sus pasos. Pero donde sí podemos entrar de hoz y coz, es para defendernos de manifestaciones, que a mi entender son ofensivas. Como es, cuando dicen que la Iglesia se encuentra perseguida por el actual Gobierno. Todo, porque se han aprobado algunas leyes que van en contra de sus preceptos morales. Duele oír hablar a la Iglesia de persecución, cuando es una institución que lleva 1.700 años al lado del poder o directamente en él.

Es cierto que en sus primeros tiempos, los cristianos sufrieron persecución por parte del Imperio Romano, hasta que el emperador Constantino se convierte a su fe. Desde entonces la Iglesia se convirtió en un apoyo fundamental del poder, que sólo empieza a decaer, en las democracias occidentales, con la llegada del siglo XX. En España tuvimos que esperar al final del franquismo, para que se produjera una división entre Iglesia y Estado. También es cierto, que durante la República y la Guerra Civil, se produjeron episodios anticlericales, absolutamente reprobables; pero que en nada anulan el hecho de su colaboración con el poder a lo largo de la Historia.

Una Iglesia que ha tenido instituciones como la Santa Inquisición, que era tan aficionada a los autos de fe y a achicharrar a cualquiera que oliera a hereje. Una Iglesia que hasta hace poco tenía tal poder en la España rural, que incluso decidía si los bailes podían ser agarrados o no; debería ser muy cautelosa a la hora de hablar de persecución.

Da un poco apuro explicar algo tan sencillo, como es que el poder legislativo, a instancias del Ejecutivo, elabora leyes para todos, sean: judíos, moros o cristianos; tirios o troyanos; blancos, negros, indios o chinos; heterosexuales u homosexuales; rojos, azules, o del color que se quiera. Cuando se propone una ley, no se puede estar pensando en sí gustará a la Iglesia católica, pues no sería justo en un Estado aconfesional, que no anticonfesional.

Lo que debería hacer la Iglesia es reunir a sus feligreses en los templos, y desde los púlpitos decirles; que aunque existe el divorcio, para ellos no reza, porque el matrimonio católico es hasta que la muerte separe. Que si alguna mujer está embarazada por una violación, o que el embarazo ponga en riesgo su vida, o bien que puede causarle un trastorno serio; debe seguir adelante, porque su religión les prohíbe abortar. Que pese a existir la posibilidad de casarse con personas del mismo sexo, si algún católico tuviera tendencias homosexuales, estas las debe reprimir, y que bajo ningún concepto deben casarse con alguien del mismo sexo. Que si el Gobierno hace campañas de orientación sexual, que sencillamente las desoigan, ya que ellos saben que la Iglesia les exige que lleguen vírgenes al matrimonio.

Hay que recordar que las famosas leyes en “contra de la familia” no obligan, sino que amplían derechos, sólo para aquellos que quieran ejercerlos. Leyes, que por cierto, no son sólo de este Gobierno; y que alguna de ellas permanecieron intactas durante los ocho años de gobierno del PP, y que parece que sólo ahora son ácido contra la familia.

Ciertamente, las acciones de dama ofendida que muestra la Iglesia, se pueden calificar de sobreactuadas. Su única intención es coadyuvar, en el intento de materializar un cambio de Gobierno, acción que en ningún caso le corresponde. Deberían recordar que: a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César.