miércoles, 1 de diciembre de 2010

El Estado de Bienestar ante la crisis

En una crisis, no sólo debemos capear el temporal cómo mejor sepamos, sino que también debemos detectar las causas que nos han llevado hasta ésta, con el objetivo de evitarlas en un futuro. Cuanta mayor es la profundidad de la crisis, mayor deberá ser el esfuerzo de reflexión. Ni que decir tiene que la actual crisis económica, la mayor en los últimos setenta años, nos obliga a todos los sectores de la sociedad a examinar nuestros respectivos preceptos.

A la izquierda se le acusa de no saber dar respuesta a la crisis económica. Y algo de ello debe haber, cuando coinciden en ello muchos analistas; y lo que es peor, cuando en Europa, los partidos de izquierda están perdiendo votantes, y por tanto posiciones. La verdad es que no salimos de nuestra perplejidad, cuando comprobamos que muchos ciudadanos están eligiendo soluciones de derechas para afrontar una crisis que tiene su origen en la codicia y las actitudes más patológicas del mercado, en un liberalismo exacerbado.

No es el objetivo de este artículo hacer un análisis profundo del origen de la crisis, entre otras cuestiones, porque no me siento mínimamente capacitado; sino desde la humildad, provocar reflexiones para reforzar nuestra posición, mediante una modernización de alguno de nuestros principios. Con esto, que no entienda nadie, que pienso que sólo la izquierda debe hacer este trabajo intelectual. La verdad, es que pienso que los que deben hacer un análisis de mucho mayor calado, son todos aquellos que defienden la absoluta eficacia de un mercado desregularizado.

Desgraciadamente está claro que uno de los paganos de esta crisis va a ser el Estado del Bienestar y por ende, el gran grueso de las clases medias, y especialmente los sectores más desfavorecidos. Y como esto va a ser así, lo queramos o no, más vale que empecemos a pensar qué Estado de Bienestar nos podemos permitir, que seguro que es menor que el que hasta ahora hemos financiado. Debemos dejar atrás viejos clichés y romper ciertos tabúes, que pese a que sean muy aplaudidos en nuestras reuniones internas de partido, no lo son tanto en el exterior; y de seguir por el camino trillado de lo que sabemos que gusta a nuestras bases, podemos perder el imprescindible apoyo de nuestro electorado. Es necesario que estas reflexiones en tiempo de crisis vayan limpias de prejuicios, y debemos estar preparados para escuchar propuestas, que en principio, nos puedan parecer rompedoras. Debemos hacer un ejercicio de pragmatismo, con la intención de recuperar el apoyo de nuestros votantes y captar otros que todavía no se ven tentados por alguno de nuestros principios más tradicionales.

El hecho incontrovertible de que hay que adelgazar en este periodo de crisis el Estado de Bienestar, es que personas que se han caracterizado por una ampliación del mismo, como el Presidente Rodríguez Zapatero, ha tenido que emprender una serie de acciones encaminadas a su recorte, ante la dureza de la realidad. Desde la izquierda se proponen recortes para asegurar la prestación de servicios, tanto en el presente como en el futuro; desde la derecha se quiere eliminar prestaciones del Estado del Bienestar para reducir los impuestos, para que las personas de mayor posibles dispongan de más dinero, pese a que ello cause gran sufrimiento entre los menos favorecidos.

Aceptamos que hay que realizar recortes, lo que no significa cuestionar y mucho menos eliminar servicios sociales; pero sí que debemos examinar si hay algún exceso, y en ese caso eliminarlo. Debemos estudiar si todas las políticas de empleo son lo suficientemente eficientes, para que produzcan una efectiva búsqueda de empleo; y si no es así debemos corregirlo inmediatamente. Tenemos que ser vigilantes en el uso correcto de nuestro sistema sanitario público, para que no se den abusos. Tenemos que ser eficientes y meticulosos en la expendeduría de fármacos. Tenemos que reflexionar sobre las bajas médicas, para que los cuentistas no se aprovechen del sistema en detrimento de las arcas públicas y de sus propios compañeros, primeros paganos de su insolidaridad. Todos estamos orgullosos de nuestro sistema sanitario, pero no hasta el caso de permitir el turismo sanitario. Bien está la complementariedad del salario en caso de enfermedad, pero es inaceptable el uso que algunos vagos hacen de él para faltar al trabajo constantemente sin apenas consecuencias. Bien están las horas sindicales para preparar la defensa laboral de los trabajadores, pero no se puede permitir que haya liberados de los que si te he visto no me acuerdo. El subsidio de desempleo es de las prestaciones más importantes y necesarias, por ello es inadmisible que quien que lo cobre, se emplee luego en la economía sumergida. La lista podría ampliarse, pero estos ejemplos valen como muestra de la idea que se quiere transmitir.

No deberíamos criticar estos casos, por la vía fácil, la de que no se puede generalizar por unos pocos casos; porque todos sabemos que no son tan pocos. No se trata de que paguen justos por pecadores, sino que se extremen los controles para que no se cometa ningún tipo de abuso, reducir al mínimo los argumentos de los enemigos del Estado del Bienestar. Es fundamental que eliminemos los abusos que se producen en el sistema, ya que estos son la mejor munición en manos de los enemigos declarados del Estado del Bienestar. Por eso es fundamental, que los que estamos a favor seamos los primeros vigilantes para que no se produzca ningún tipo de fraude. La permisividad será un cáncer que irá minando el sistema hasta su destrucción. Todos los avances sociales siempre se hacen con el limpio propósito de favorecer a los trabajadores y a los demás desfavorecidos, pero enseguida los ventajistas saben cómo desvirtuar el logro, y extender una turbia sensación de fraude.

Hay que conseguir que los ciudadanos y los beneficiarios, por la vía más divulgativa posible, se enteren de los que valen los servicios que el Estado del Bienestar presta. Desgraciadamente he comprobado que todo aquello que se da gratuitamente, enseguida pierde valor entre los beneficiarios, lo cual es un error, y además se presta a los abusos y a los actos incívicos por los de siempre. Hay que evitar actitudes como las de: “yo pago mis impuestos (habría que verlo), y voy al médico cuantas veces quiero”, “no voy esperar cita en el ambulatorio, pudiendo ir a urgencias”… Iniciativas como la factura en la sombra para los servicios sanitarios parecen una buena idea, que debería extenderse a otras prestaciones: estudios en centros públicos, asistencia a domicilio, servicios sociales, etcétera.

Muchos somos los que pensamos que el Estado de Bienestar es el gran invento social de Europa, que sirve para tener una mayor calidad de vida y tener sociedades cohesionadas. Pero este sistema es costoso, y su mantenimiento futuro, tal vez tenga que realizar siguientes pasos.

Revisar y eliminar los excesos que se puedan detectar. En muchos casos no hace falta eliminar el servicio, sino racionalizarlo. No es posible que un mismo servicio lo presten a la vez más de una Administración. En Torrelaguna, durante mucho tiempo se daba asistencia a domicilio, a la vez que el mismo servicio lo prestaba la Mancomunidad de Servicios Sociales, a la que el municipio cofinanciaba con una importante cuota.

Vigilar y eliminar todo tipo de abusos que los más insolidarios cometen a diario en los distintos servicios que presta el Estado de Bienestar.


Y por último, tal y como dice Felipe González en su libro ‘Mi idea de Europa’, hay que ganar en productividad. Esta es fundamental para poder financiar el Estado de Bienestar, y no confiar todo a los impuestos, que por supuesto también son necesarios; ya que una excesiva carga impositiva reducirá nuestra competitividad. Tal vez sea el momento en que defendamos que el esfuerzo y la productividad sean unos valores más de la izquierda. Debemos denunciar, arrinconar, a los trabajadores que no cumplen en su trabajo; no se les puede reír la gracia, como si fueran héroes que defraudan al patrón/ladrón. Visiones como ésta, que todavía alguien pudiera tener, hay que desterrarlas para siempre. En el proceso que nos queda por recorrer, o vamos juntos, lealmente, trabajadores y empresarios, o tal vez nos quede todavía andar un largo trecho de túnel en esta crisis. Cuando me refiero a empresarios, estoy refiriéndome a empresarios de verdad, emprendedores con conciencia social; porque si hay que apartar a los vagos, también hay que denunciar a los empresarios esclavistas que sólo ven su propio beneficio, a costa de lo que sea.

Revisar el Estado del Bienestar para reducir aquellos servicios menos prioritarios, eliminar los abusos y ganar en productividad pueden conseguir que mantengamos un sistema que se ha demostrado valiosísimo para ganar en calidad de vida.